El World Mobile Congress, celebrado en Barcelona esta última semana, ha mostrado una interesante paradoja: Mientras la ciudad celebra el éxito rotundo de la feria en lo que respecta al número de visitantes y a las ganancias obtenidas por el enorme flujo de profesionales afincados en Barcelona durante cuatro días, la prensa especializada hace hincapié en la escasez de nuevas ideas. La compañía china Huaweii ha presentado el Smartphone mas rápido del mundo, Nokia ha expuesto un móvil con cámara de 41 megapíxeles y Microsoft ha presentado el Windows 8, que ofrece una interfaz pensada tanto para tablets como para Pc. Toda una serie de productos con los que el sector se ha sentido más bien decepcionado, y que han dejado en segundo plano novedades como la tecnología RFID que, aunque no se presente a través de un producto blanco y usable, es adonde verdaderamente se dirige la nueva telefonía y redes sociales.
Si a esto le sumamos los disturbios ocurridos el miércoles 28, nos encontramos con un evento verdaderamente paradójico. A las 16.15h las fuerzas de seguridad del recinto nos ordenan que si uno quiere abandonar la feria debe salir por la parte trasera, pues en Plaza España hay concentrados 300 manifestantes. La policía acordonó la zona, desvió el tráfico hacia l’Eixample (en un día ya de retenciones de tráfico por el propio GSMA), resultando de todo ello un verdadero caos vial. Gente venida de 205 países presenció el descontento social en España, y muy probablemente tal imagen les fuera chocante, especialmente a los de origen asiático, no muy familiarizados con huelgas y protestas.
Tales acontecimientos funcionan como metáfora del mundo desconcertante en el que vivimos, en el que la tecnología y el descontento se unen para crear nuevas formas de pensar y comunicarse.